miércoles, 11 de abril de 2012

Senegal: la victoria de Macky Sall o el voto anti-Wade


Se han escrito tantas cosas sobre las últimas elecciones y el triunfo de Macky Sall en Senegal que casi resulta reiterativo y cansino volver sobre ello. No obstante, nos gustaría hacer dos consideraciones que creemos oportunas: una sobre la composición del primer gobierno de Sall y otra, sobre los resultados electorales.


Siguiendo el orden cronológico de los acontecimientos, empecemos por los resultados. Todos los medios llevaron a su portada, y con razón, la arrolladora victoria de Macky Sall sobre Abdoulaye Wade en la segunda vuelta de las presidenciales, con casi 66% de votos.


Macky Sall, el día de su investidura
Quizás obnubilados por la aplastante victoria, los medios no resaltaron, sin embargo, lo suficientemente el hecho de que tal resultado fue más fruto de una votación en contra de Wade que a favor de Sall. La sociedad senegalesa quería deshacerse del anterior presidente que, contra su promesa de no ser candidato y contra lo establecido en la carta magna, interpretó la norma a su antojo y se presentó a un tercer mandato. De ahí la movilización de la población para desalojarlo del poder que se cristalizó, entre otro, en el movimiento “M23”.

El equipo del nuevo presidente debería hacer una lectura sosegada de los resultados, percatarse de este hecho y no dormirse en los laureles, creyendo a pie juntilla que tan elevado porcentaje de votos es fruto de una adhesión inquebrantable a su líder. Debería darse cuenta de que éste ha contado con unos votos prestados circunstancialmente para apear a Abdoulaye Wade de la presidencia de la República. Y trabajar para ganarse a esos “estorninos” circunstanciales que le votaron.

La segunda observación tiene que ver con la composición del primer gobierno de Macky Sall. Llama poderosamente la atención su tamaño. En contra de lo que nos tienen acostumbrado muchos dirigentes del continente, el gobierno de Sall, aunque compuesto de 25 miembros, es reducidísimo dentro del panorama africano. Valgan como ejemplos los 44 miembros de consejo de ministros de Nigeria, los 47 de la República Democrática del Congo, los 40 de Chad, o los 38 del anterior gobierno senegalés. Los gobiernos africanos se caracterizan por un tamaño desorbitante, un reparto de carteras artificial y un exagerado solapamiento de competencias. ¡Se imaginan una reunión del consejo de ministros de 40 miembros y que cada uno hablase 10 minutos! Además de interminable, poco operativa.

Macky Sall y su primer ministro Abdoul Maye
La explicación de tal tamaño suele radicar en el afán de querer contentar a todas las componendas del grupo ganador (de unas elecciones o de un golpe de estado) y favorecer a los amigos. Pero los hechos demuestran que eso va contra la eficacia y la eficiencia. Y como dato curioso, señalar que en África subsahariana hay 49 países y cerca de 2.000 ministros. Y muchas veces me pregunto: ¿qué hacen? ¿A qué dedican su energía? ¿Cuándo les cesan, han  mejorado en algo las condiciones de vida de los ciudadanos respecto a lo que encontraron? Tengo fundadas dudas sobre el resultado de su tarea...

Queda por ver los frutos de la decisión de Macky Sall con la reducción drástica de los miembros de su gabinete. De antemano será más manejable que el de su antecesor, y de muchos gobiernos de su entorno.

Esperemos que los demás presidentes africanos tomen buena nota, por el bien de sus respectivos países y por la eficacia de sus gabinetes. Y por otra parte, que el ganador de las elecciones senegalesas sepa interpretar los resultados y trabaje por la “fidelización” del voto del pasado 25 de marzo trabajando por el bienestar de su pueblo.  







No hay comentarios:

Publicar un comentario